Ahora que lo intento con todas mis fuerzas, las que conozco, las que intuyo y las que deseo. Ahora que tropiezo con el cristal opaco de las negativas, que me diluyo entre los resbaladizos surcos del naufragio, que terminan los días bajo un rumor de silencio estéril, pienso en ti. Alma de mi alma. Espejo amable donde siempre me reconozco. Ahora, aun en las frases mudas te siento cerca, muy cerca. Noto tu aliento de años vividos y deseos por cumplir, siento la magia de ilusiones que atesoramos como estigmas que nos confirman como lazos infranqueables de un principio y un final sin fisuras; unido por la flecha bidireccional de la vida.
Ahora que quiero ser tu, se me abre la caja del amor y se me dispara esta inmensa entrega hacia quien me dio la luz. De tus fallas aprendí, bebí de tu bondad y crecí en la fortaleza abundante de tus miradas. La dulzura del tiempo, los malos tragos, las ruinas y los zarpazos de un destino casi siempre incierto y tu entrega sincera son mi baraja de infinitas razones para emularte. Quiero devolverte lo que soy, ser de nuevo la niña que fui, llorar abiertamente junto a tus ojos grandes, saborear la ternura de tus momentos y multiplicar los eslabones de esta cadena abierta que comienza en ti para añadir y sumar nuevos gestos, acentos, travesuras, risas y amaneceres.